Economía

Carlos Manzo y su muerte anunciada

Por Arturo Ortiz
CEO de CIPI Corporation, especialista en seguridad integral y protección ejecutiva

El asesinato de Carlos Manzo representa un caso paradigmático que evidencia las deficiencias estructurales en los esquemas de protección de personas en México.
Su muerte no fue producto del azar ni del destino, sino de una falla operativa y de gestión del riesgo derivada de la falta de profesionalización en las tareas de protección ejecutiva.

En un entorno de amenazas crecientes, la seguridad de figuras públicas y privadas requiere modelos de protección diseñados con metodología, planeación y personal especializado.
Sin embargo, persiste la práctica de asignar a elementos militares o policiales a funciones para las cuales no cuentan con formación específica ni doctrina operativa adecuada.

La diferencia entre proteger y custodiar

En la teoría y práctica de la seguridad, existe una diferencia esencial entre protección ejecutiva y seguridad pública.
Mientras la primera se centra en la preservación individual de la vida humana bajo amenaza específica, la segunda tiene como objetivo mantener el orden, disuadir delitos y resguardar espacios o poblaciones.

Un agente de protección ejecutiva opera bajo una estructura de planeación estratégica, evaluación de riesgos, inteligencia situacional y procedimientos de reacción inmediata.
Su trabajo implica análisis conductual del entorno, evaluación de amenazas, protocolos de evacuación, control emocional y comunicación táctica permanente.

Por otro lado, un elemento de seguridad pública o militar —aunque disciplinado y valioso dentro de su marco de acción— carece del entrenamiento especializado en análisis predictivo, respuesta personalizada y operaciones de protección cercana (Close Protection).

Factores críticos de la falla

El caso de Manzo refleja la ausencia de un modelo de seguridad integral basado en riesgo, donde se definan perfiles, protocolos y responsabilidades con base en la naturaleza de la amenaza.
Asignar personal sin preparación en protección ejecutiva equivale a implantar una medida de seguridad aparente, no efectiva.

Los principales factores que incidieron en el desenlace son recurrentes en contextos similares:
Ausencia de planeación preventiva.
Falta de inteligencia operativa para anticipar movimientos o amenazas directas.
Deficiente conocimiento del entorno (rutas, zonas seguras, puntos vulnerables).
Limitada capacidad de reacción táctica personalizada.
Desconexión emocional y estratégica con el objetivo protegido.

Estos errores operativos derivan de una visión institucional que confunde la presencia armada con la protección efectiva.
En materia de resguardo ejecutivo, la diferencia entre observar y prever, entre acompañar y proteger, define la frontera entre la vida y la muerte.

Profesionalización: la clave para prevenir futuras tragedias

La protección ejecutiva moderna es una disciplina que combina conocimientos de inteligencia, táctica, logística, psicología y medicina de emergencia.
Su eficacia depende de la formación continua, la actualización técnica y la evaluación constante del personal que la ejecuta.

En México, urge consolidar un marco normativo y operativo que reconozca la figura del protector ejecutivo profesional, con programas de capacitación, certificaciones específicas y protocolos homologados con estándares internacionales.

Delegar funciones de alto riesgo a personal sin especialización no solo vulnera la seguridad del protegido, sino también la del propio agente y de terceros.
Un error táctico en protección ejecutiva no se traduce en una sanción administrativa, sino en una pérdida humana.La muerte de Carlos Manzo debe interpretarse como una advertencia técnica y estructural, no como un hecho aislado.
Demuestra que la improvisación, la falta de planeación y la ausencia de perfiles profesionales adecuados continúan siendo los puntos más débiles en la gestión de seguridad personal en el país.

La verdadera protección no se mide en número de efectivos ni en la visibilidad del uniforme, sino en la capacidad de anticipación, prevención y respuesta bajo presión.

Mientras no se reconozca que la protección ejecutiva es una especialidad que demanda formación, método y liderazgo, los esquemas seguirán fallando, y las muertes anunciadas seguirán ocurriendo.

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